Texto: Daniela Parra

A finales de marzo de este año, hallamos en los medios de comunicación una campaña del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) cuyo mensaje central radicaba en que comunicar sin una concesión de radiodifusión consiste un delito. En los diarios, un anuncio estilo western sentenciaba “Se busca por robo”. En la radio, un diálogo entre integrantes de una comunidad –claramente rural por el lenguaje utilizado– dejaba claro que la radio sin concesión era ilegal y que lo mejor para los pobladores era denunciarla a las autoridades.
Como era de esperarse, la campaña causó indignación, sorpresa y rechazo por parte de organizaciones, medios comunitarios e indígenas y sociedad civil en general. La campaña colocaba a todas las radios sin concesión –esotéricas, del crimen organizado, religiosas, comunitarias e indígenas– en un mismo saco. Incitaba a la desconfianza, la descalificación y el desconocimiento de lo que los medios comunitarios e indígenas son y del trabajo que realizan. El lenguaje utilizado por el IFT para estructurar su campaña nos mostraba la distancia que separa el discurso del “apego a la legalidad” y el de la legitimidad de quienes han sido deliberadamente excluidos del derecho a la palabra.
Fue entonces que decidimos juntarnos. Organizaciones que hemos acompañado procesos de comunicación comunitaria e indígena, colectivos, radios, medios de comunicación, académicos e instituciones, expresamos a través de distintos medios y con recursos creativos propios, nuestro rechazo a la campaña con el hashtag #ComunicarNoEsUnDelito*. También señalamos las trabas, obstáculos, pendientes y necesidades persistentes para que se constituya un espectro radioeléctrico verdaderamente incluyente y plural en nuestro país.
Gracias a las acciones conjuntas y el apoyo de la sociedad civil, la reflexión acerca de la necesidad de que en México existan medios comunitarios e indígenas volvió a ponerse sobre la mesa. El IFT cambió levemente el discurso de su campaña, pero no la retiró. Fue así que vimos la importancia de dar un paso hacia una campaña afirmativa, colectiva y propia.
Esta idea nos planteaba un nuevo reto: ¿cómo afirmar que los medios comunitarios e indígenas realizan un trabajo legítimo, responsable y necesario? Más allá de decir que estos no cometen delito alguno, ¿cómo contar todo aquello que hacen, construyen, proponen y viven en su interior?
La propuesta fue, por un lado, transformar el hashtag hasta entonces utilizado por la afirmación #ComunicarEs. A la frase le seguiría todo aquello que surgiera de las reflexiones individuales y colectivas de quien quisiera participar de la campaña. Por otro lado, propusimos un lema que, consideramos, articulaba una reflexión que hemos venido pensando desde hace tiempo: Otros medios, otros mundos. Nuestros medios, nuestros mundos. ¿Qué queríamos decir con esto?

Los otros medios son aquellos que no se rigen bajo la lógica comercial del lucro y el rating. Son los que nacen desde el dar, la solidaridad, la compartencia, la denuncia de lo injusto, la construcción de relaciones sociales dignas. Los otros mundos son todas las realidades invisibilizadas, acalladas, manipuladas, folclorizadas y minimizadas por los discursos y relatos visuales hegemónicos. Son las otras identidades, lenguas, cosmovisiones, alternativas de vida, luchas, pensamientos y sentires. Y es por esto mismo que los otros medios y otros mundos son también nuestros.
Son nuestros porque nos reflejan, nos interpelan, nos reconocen tal y como somos. Son nuestros porque nos narran, nos cuentan, nos hacen soñar y nos dan las pistas por dónde seguir caminando nuestra vida. Son nuestros porque están hechos de nuestra palabra, de nuestra lengua, de nuestra tierra, de nuestra experiencia vivida. Son nuestros porque la comunicación es un derecho, porque lo merecemos, porque lo necesitamos, porque lo valoramos.
Fue así como durante todo el mes de mayo, nos reconocimos con otras y otros en esa reflexión. A través de más de 80 materiales –imágenes para redes sociales, videos, producciones radiofónicas y textos– cada quien y con los recursos que tuvo a su alcance, sumamos significados diversos y profundos sobre qué es la comunicación, especialmente desde el quehacer de las radios comunitarias e indígenas.
#ComunicarEs “liberar la palabra”, “encontrar nuestra fuerza”, “hermanar nuestras tradiciones”, “compartir los principios de cuidado mutuo, amistad y confianza”, “crecimiento y desarrollo de los niños”, “defender nuestra soberanía como pueblos indígenas”, “sumar voces y construir con las palabras”, “reconocer a los otros en nosotros”, “organización, lucha y resistencia” y “hacer comunidad”. Estos fueron tan solo algunos de los aportes venidos desde distintas experiencias comunicacionales.
La campaña también contó, desde adentro, un poco del ser y quehacer de las radios comunitarias e indígenas: “la radio comunitaria es la voz del pueblo, el canto de las aves, el sonido del trueno, es la radio donde el micrófono es nuestro”, “las radios comunitarias e indígenas promueven y fortalecen a los ciudadanos como actores sociales activos para cambiar su realidad”, “mi radio comunitaria es un espacio donde se escucha la participación de las personas, en donde podemos dar nuestras opiniones”.

Como balance, este ejercicio espontáneo, sorpresivo y también perfectible, nos ayudó a reconocer la importancia de generar espacios de reflexión internos y externos sobre la comunicación comunitaria e indígena. Nos mostró el apoyo de organizaciones, medios, colectivos, instituciones y personas con quienes hemos venido caminando, fortaleciendo aún más nuestros lazos de hermandad. Pero también nos permitió acercarnos y conocer a otras y otros que comparten nuestros sueños y luchas con sus propias formas de actuar.
Con esta campaña reconocimos nuestras capacidades y también nuestras carencias y necesidades para comunicar este y otros temas que consideramos esenciales. Si bien la reflexión al interior fue rica y profunda, nos vemos todavía en la necesidad de que estas discusiones involucren a otros sectores sociales, que sea relevante tanto para autoridades como movimientos sociales, que sea imprescindible en las discusiones académicas sobre la comunicación y los medios, que se abra paso en los trabajos del periodismo crítico y que alcance otras plataformas mediáticas y tecnológicas. En fin, una discusión que sume la palabra de una sociedad que requiere que sus mundos se miren y escuchen a través de los medios.
Así, esta experiencia es sólo el inicio de una exploración hacia el encuentro, la reflexión colectiva y la creatividad para el impulso y difusión del rico universo de la comunicación comunitaria e indígena en México. Una comunicación que, como señalan desde la Red de Comunicadores Boca de Polen “camina junto con el pueblo, compartiendo sus tristezas, alegrías y logros”.
* Nos apoyaron y acompañaron especialmente la Red de Comunicadores Boca de Polen, Ojo de Agua Comunicación, AMARC México, Cholollan Radio Comunitaria, la Red de Radios Indígenas de Michoacán, el Programa Indígena Intercultural del ITESO, el Seminario de Radio y Comunicación Indígena del PUIC-UNAM, el Programa Territorios de la UACI-UdeG, Radio Jënpoj y radio Ñuu Kaan.