Texto: Kiado Cruz / SURCO A.C.

En los últimos años se ha reabierto el debate sobre el cambio del modo de socialización y construcción de las relaciones con la tecnología. La explosión en el avance del conocimiento, la tecnología y la productividad posibilitó un acrecentamiento sin precedentes de la riqueza privada durante los dos últimos siglos.
No obstante que ello mejoró nuestra calidad de vida en muchos sentidos, a la vez hemos permitido que las fuentes se agoten y la riqueza social merme. En este sentido considero importante conocer y analizar la reforma en telecomunicaciones para entender los efectos que tendrá sobre los medios públicos, los medios comunitarios e indígenas, las audiencias y el derecho de la sociedad a estar informada.
Cada vez la sociedad depende más de las comunicaciones electrónicas avanzadas por lo que se observa un aumento imparable de la demanda de radiofrecuencias. De la telefonía móvil al acceso inalámbrico a Internet, pasando por la teledifusión, el espectro radioeléctrico forma parte esencial de nuestra vida diaria. A esta creciente demanda de espectro hay que añadir que no todas las partes del mismo reúnen las mismas características, lo que se traduce en distintas capacidades de cobertura o en distintas propiedades frente al ruido y las interferencias. Asimismo los diferentes tipos de informaciones (voz, audio, datos, vídeo) requieren márgenes de espectro (bandas de frecuencias) específicos.
En la actualidad, existe una demanda creciente de espectro para la consolidación de nuevos servicios de telecomunicaciones, como ponen de manifiesto los pueblos indígenas con la operación de la Telefonía Celular Comunitaria y las diversas formas de apropiación de los sistemas de radiodifusión y telecomunicación en sus territorios. Todas estas características conducen a que hasta ahora se haya considerado que unas determinadas zonas del espectro están especialmente indicadas para proporcionar unos servicios concretos, incluyendo en ocasiones, inevitables conflictos entre servicios distintos que pugnan por la misma banda de frecuencias en un territorio específico. El enfoque tradicional para solucionar el exceso de solicitudes de frecuencia consiste esencialmente en designar a los usuarios con derecho a explotar los recursos del espectro y en definir las condiciones de utilización, procurando satisfacer un amplio abanico de objetivos estratégicos.
Por otra parte, hemos venido presenciando una gran cantidad de movilizaciones que demandan la democratización de los medios de comunicación, en el marco de la aprobación de la reforma en telecomunicaciones por parte del gobierno mexicano. Dado que, por primera vez en la historia de nuestro país se reglamentan las concesiones sociales de tipo comunitario e indígena y por consiguiente se desarrollan diversos preceptos constitucionales y de derecho internacional relacionados con éstas, conforme a lo establecido en el artículo 28 de la Constitución Federal, publicado en el Diario Oficial de la Federación del 11 de junio de 2013.
Es importante señalar que en Oaxaca se han desarrollado y acumulado experiencias y conocimientos en materia de comunicación comunitaria e indígena. En la última década, se han desarrollado una gran cantidad de procesos de comunicación comunitaria e indígena, impulsadas por autoridades municipales y comunales, comuneros, comuneras y organizaciones indígenas. Todas ellas, son experiencias que conciben y están mostrando que los medios de comunicación son una herramienta fundamental para fortalecer, potenciar y desarrollar los distintos aspectos de la cultura, la democracia y la justicia en las comunidades. Asimismo, se han constituido en un ventana fundamental para mostrar los valores e importancia de la vida comunitaria, así como conocer otras realidades, en el contexto de la libertad de expresión y el derecho a la información.

Es necesario que el Estado cree las condiciones a través de la ley reglamentaria de radiodifusión y telecomunicaciones, para que los medios comunitarios e indígenas, participen en condiciones de equidad con respecto a los medios comerciales y públicos. Teniendo en cuenta todo lo mencionado, la legislación secundaria podrá establecer, entre otras, las siguientes previsiones:
- Un régimen específico para el otorgamiento de las concesiones indígenas que reconozca sus mecanismos de representación y ejercicio de la autoridad, así como sus instituciones normativas.
- Un derecho preferente de los pueblos indígenas para la asignación de frecuencias en sus territorios y una adecuada planeación del espectro que asegure disponibilidad de frecuencias en zonas con población indígena.
Creando las bases comunes y diferenciadas a las distintas clases de concesiones, para resolver con imaginación y voluntad política las asimetrías existentes entre las mismas, propiciando un diálogo entre todos los sectores de la población, y cumpliendo las disposiciones nacionales e internacionales sobre pueblos indígenas, lo que haría de ella un acto histórico de justicia social. No es exclusivamente la forma jurídica la que decide sobre los bienes comunes. Lo decisivo es si hacen valer y garantizan los derechos de uso tomando la comunidad como punto de referencia y como se ejercen estos derechos. En efecto, se hace necesario armonizar la disponibilidad de esa información de forma fácilmente utilizable, propuesto como objetivo en la planeación del espectro la armonización y la política horizontal en esta materia.
Recordemos que en las últimas tres décadas los movimientos indígenas se han caracterizados por sus esfuerzos de defender el territorio. Este abordaje es tácticamente inevitable frente a la amenaza del despojo permanente que caracteriza el colonialismo actual. Estos esfuerzos han logrado cambiar el mapa de América Latina, no sólo por sus movilizaciones si no por el reconocimiento de los derechos territoriales. Así llegamos a mirar que actualmente los pueblos se apropian de las herramientas tecnológicas, le dan contenido para afianzar su autonomía y mantener creativa la comunidad.
Hoy al igual que ayer se sigue sosteniendo una lucha constante por la libre determinación de los pueblos indígenas de nuestro país. Al mismo tiempo, la coyuntura actual hace hincapié que defender el territorio no es suficiente para frenar el despojo impulsado por intereses económicos sin importancia de que sea titulado y reconocido legalmente. Este llamado “giro territorial” ha traído cambios en los abordajes hacia las telecomunicaciones, sobre todo con el manejo de recursos técnicos, reconfigurando la red de lo político en muchos países.
Esta transformación ha sido reforzado y refuerza toda un serie de cambios legales dirigido hacia el reconocimiento de derechos indígenas. La rápida evolución tecnológica y la convergencia de las telecomunicaciones, de los contenidos multimedia y de los dispositivos electrónicos están creando un entorno dinámico en el que el espectro tiende a convertirse en un recurso cada vez más importante. La gestión del espectro no se ha adaptado a esa evolución y, de no producirse el cambio necesario, se corre el riesgo de que el enfoque tradicional impida a la sociedad sacar provecho de este nuevo entorno dinámico. Por ello, debemos revisar la política del espectro radioeléctrico.

Cuando la tecnología ponga en duda los presupuestos mismos de la escasez del espectro y la digitalización hagan posibles nuevos modos de transmisión y recepción (ampliamente basados en el uso intensivo de la informática para, por ejemplo, detectar si un canal está siendo utilizado y liberarlo cuando se demanda su uso, o para identificar en el “ruido” la señal útil aunque no se someta a una sola frecuencia) que no necesariamente requieren la “exclusión” de toda otra señal interferente, y cuando, por otra parte, el modo de planificación, mando y control sea sometido a crítica por los economistas desde el punto de vista de la eficiencia de tal sistema, surgirá la necesidad de plantearse un nuevo modelo de gestión del espectro, con un enfoque fragmentado de la reforma del espectro resultará más difícil alcanzar estos objetivos.
Las crisis, interrelacionadas de múltiples maneras, lo hacen evidente. Las crisis han provocado que se incremente en las personas la conciencia por la existencia y la importancia de los bienes comunes. Los bienes comunes naturales son indispensables para nuestra supervivencia, los bienes comunes sociales aseguran la cohesión social y los bienes comunes culturales son requisito para nuestro desenvolvimiento individual. Es tiempo que enfoquemos nuestro entusiasmo y nuestra creatividad, nuestros medios y nuestros talentos en acrecimiento de la riqueza social. En aras de este objetivo tenemos que cambiar las estructuras en la política, la economía y la sociedad.
Tenemos que entender la reserva del espectro como un bien común, un territorio que se recrea en el espacio-tiempo, llegaremos a tener en cuenta que el rol de los bienes comunes obliga a una reorientación fundamental de la idea dominante de la propiedad. En resumen, la comunicación debe transitar de lo técnico a lo político. Asumiendo que hace falta pensar en cómo crear los espacios propicios a una vida colectiva. Esto es, en términos generales, el motivo de hablar de una telecomunicación indígena cuyas redes nos toca hacer. Comprender eso significa ampliar la perspectiva.
* Publicado originalmente en junio de 2014 en el No. 21 de El Topil, Boletín Bimestral de Análisis y Reflexión.