Texto: María Alvarez Malvido

A nueve meses del sismo de 8.2 grados que sacudió San Mateo del Mar, los padres de familia del Bachillerato Comunitario Ikoots colocan las últimas palmas que tejen el techo de una palapa en reconstrucción. La sabiduría de los abuelos revive entre sus manos y huele al fogón que las madres ya encienden para preparar el alimento de los días de tequio. Llevan semanas de trabajo comunitario para recuperar uno de los espacios afectados durante la noche del 7 de septiembre, cuando la Tierra se movió. Son días de jornadas bajo el sol intenso de la costa y la lluvia que llega para quedarse por horas: días que reviven la sabiduría de la arquitectura tradicional con material local, la fuerza de la organización comunitaria y el tequio como la posibilidad de una reconstrucción con identidad Ikoots, esa tan cercana a su Tierra y el Mar que la rodea.
San Mateo del Mar se asoma entre la Laguna Superior (que ahí llaman “mar muerto”) y el Océano Pacífico (“mar vivo”), como una astilla que parece desprenderse de la costa de Oaxaca y que los noticieros pocas veces reconocen por su nombre y prefieren anunciar como “el sureste de Salina Cruz” cada vez que reportan un nuevo sismo. Con poco más de 14 mil habitantes, es una de las cuatro comunidades Ikoots existentes, junto con San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar y Santa María del Mar. Sus vecinos binizaa -o zapotecos- los llamaron “huaves”, que en su lengua significa “gente que se pudre en la humedad”, y así también los nombró “oficialmente” el gobierno de México. Pero ellos se identifican como Ikoots, que significa “nosotros” en ombeayiüts,.
Ese nosotros desde el cual se nombran, es la base del Bachillerato Ikoots en el que desde hace 21 años se construye un espacio comunitario en donde suena el caparazón de tortuga junto con la flauta de carrizo, se escucha el ombeayiüts – “nuestra lengua” y se recuerdan las danzas tradicionales. Los maestros, jóvenes y comités de padres de familia toman decisiones en Asamblea bajo la palapa que reconstruyeron con tequio y con el conocimiento que trasciende en la memoria comunitaria. Un espacio que también fue albergue, centro de acopio y de organización durante las semanas posteriores al sismo, donde el nosotros vibró como la Tierra, y que hoy resuena en el largo camino de reconstrucción que defienden desde la colectividad.

Ese nosotros también se escucha hoy en el viento. Y es que durante la reconstrucción, la comunidad identificó la necesidad de contar con un medio de comunicación comunitaria. Un micrófono para hablar del proceso con su propia voz y desde su lengua, con información desde y para la comunidad, que también fuera una herramienta para hacer del desastre una oportunidad de recuperar la sabiduría Ikoots, y para replantear una reconstrucción con la resiliencia de las prácticas comunitarias tan cercanas a la Tierra y al Mar.
Así nació Radio Jowa 105.2, desde la comunidad. También con el apoyo de los lazos que se extendieron para tejer esfuerzos entre organizaciones de la sociedad civil y los artistas que hicieron de su música un llamado para apoyar a las comunidades afectadas por los sismos. A través de Amplifica, el concierto que ofreció Café Tacuba, Zoé, Kinky, Molotov y Mon Laferte el 1° de noviembre en la Ciudad de México, miles de personas colaboraron con el pago de su boleto para apoyar con lo recaudado a las organizaciones civiles que acompañan procesos de reconstrucción desde la resiliencia, la autonomía y el respeto a la identidad cultural. Entre estas organizaciones se encuentra Redes AC y Ojo de Agua Comunicación quienes hemos brindado acompañamiento en la reconstrucción los medios de comunicación comunitarios.
Fotos: Amplifica
La convocatoria de los músicos, el apoyo voluntario de quienes aportaron los sistemas de audio, iluminación y producción, y la presencia de quienes llenaron el Palacio de los Deportes el día del concierto para finalizar con “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo, resuena hoy en la reconstrucción de las comunidades afectadas en Oaxaca, Puebla y Morelos. Resuena en San Mateo del Mar desde el 7 de abril, cuando Ojo de Agua Comunicación, la Red de Comunicadores Boca de Polen y la radio comunitaria Estéreo Lluvia de Tututepec, trabajaron junto con la comunidad para instalar el transmisor y comenzar un camino de acompañamiento en la radio que ya se consolida desde el Bachillerato y se escucha en la comunidad de lunes a viernes de 8am a 6pm.
A nueve meses del sismo, mientras el comité de padres terminaba de reconstruir la palapa, el equipo de Amplifica llegó a San Mateo del Mar junto con los músicos León Larregui de Zoé y Emmanuel del Real “Meme” de Café Tacuba para conocer y documentar el proceso de la radio y las necesidades que persisten tras el sismo, también para visitar el centro cultural construido con el apoyo de Bacaanda A.C. en otro barrio de la comunidad.
En su llegada al Bachillerato, los músicos escucharon la voz de los jóvenes, sus recuerdos del sismo y su experiencia en la reconstrucción. Se escuchó la voz de quien se encontraba pescando cuando sintió el temblor y temió, desde el mar, que el agua desapareciera su comunidad. Se escucharon los recuerdos del agua caliente que brotó de Tierra cuando se partió en dos, también la historia del abuelo que anunció el temblor con un sueño, pero nadie escuchó. Una joven contó cómo su madre vio una serpiente dibujada en el cielo, como una aurora boreal, y era esa serpiente de la que hablan los abuelos, la que se mueve bajo la tierra para sacudirla. Otros contaron cómo los abuelos afirman que tembló para sacudir a la comunidad, pues ya caminaba por el rumbo equivocado de violencia, crimen y tensión política lejana a la vida en comunidad. Una de las alumnas recordó la luz de la luna que los acompañó en la noche de caos en la que no había electricidad.
La comisión de radio del Bachillerato entrevistó a los músicos y al equipo de Amplifica en el salón de cómputo que alberga hoy la radio mientras se termina la construcción de la cabina. Con manos en la consola, micrófonos y grabadoras, los estudiantes transmitieron el diálogo en ombeayiüts y en español para compartirlo en las ondas radiofónicas de San Mateo. También sonó “Eres” en vivo desde Radio Jowa, cuando Meme tomó la guitarra que le extendieron los estudiantes.

Después, visitamos a una de tantas familias del barrio Deportivo -donde se encuentra el Bachillerato- que el gobierno no contó en su censo de casas perdidas al tratarse de casas tradicionales de palma y carrizo. También contaron cómo el apoyo económico que algunos recibieron sólo podía ser invertido en determinado material de construcción, con la presión de retirarles el apoyo si el material no los adquirían antes de marzo. Ese material como el block, ladrillo, cemento que aún se encuentra en montículos sobre las calles de San Mateo del Mar mientras las familias resuelven cómo reconstruir sus hogares.
En San Mateo del Mar falta mucho por reconstruir, desde el preescolar que está en proceso, la Iglesia y el mercado que permanecen cerrados, las decenas de familias que aún no recuperan su casa. Lejos del proceso impulsado por el gobierno -ciego a los procesos y tiempos de las comunidades y de su identidad cultural- diferentes esfuerzos de la sociedad civil y las comunidades en México continúan trabajando juntos con la conciencia bien despierta del largo proceso que es la reconstrucción y de la oportunidad que significa para recuperar la sabiduría y las costumbres que hacen a las comunidades resilientes, como la arquitectura tradicional, el tequio, el cuidado del río y del manglar, como saber escuchar al mar y sentir el viento. Todo aquello que ya tiene un micrófono en San Mateo del Mar para compartirse a través de las ondas radiofónicas, con el derecho a caminar un proceso de reconstrucción que respete y fortalezca la identidad Ikoots.
